Antes de entrar a cantar en el tiempo de Adviento

Cada año es lo mismo: "Ven, ven Señor no tardes... ven, ven que te esperamos.... Un pueblo que camina por el mundo... gritando ¡Ven, Señor!"  o por lo menos en México así es. 

Hace poco, en un foro (de esos de facebook) vi una discusión (no novedosa porque hacía como cinco años que ya lo había considerado) sobre la melodía compuesta por Cesáreo Gabaraín, al himno de la Liturgia de las Horas Ven, Señor no tardes (aquí el canto que tú y yo conocemos y acá el canto que le dio la inspiración "Go, tell it on the mountain", que es a su vez, un canto religioso muy popular en Estados Unidos, algo así como "Las cien ovejas" aquí en México que protestantes y católicos cantan pero nadie sabe de dónde salió) y más que preocuparme por este "engaño" de todos estos años (bueno, es un decir) me di cuenta que muchos no prestan atención (o prestamos dijo el otro) cada año a las indicaciones, a las recomendaciones y a la formación con respecto al tiempo de Adviento. 

Y tal vez en este punto estimado lector me contradigas y estés pensando: "Yo si he ido a los retiros de Adviento (hasta tres) y hago mis propósitos de conversión y me preparo espiritualmente y..." etcétera, etcétera. Déjame informarte que eso es, sólo una parte. ¡Sí!, verás, supongo que tu formas parte del grupo de liturgia (tienes un coro o formas parte de un ministerio musical que sirven en la Santa Misa) bueno, pues como parte de este grupo de liturgia (aunque digas que eres de renovación, del catecismo, de los Servidores de la Palabra o según corresponda, automáticamente, cuando decides participar en la Santa Misa en algún ministerio, formas parte de Liturgia) es TU DEBER CUMPLIR CON LAS NORMAS LITÚRGICAS, y ponerte en coordinación con lectores, monitores, monaguillos, ministros, sacerdotes para poder cumplirlas.

Bueno, después de hacer énfasis en DEBER (porque ¡Ay!, ¡Cómo nos gusta ser desobedientes o más bien decir "Lo que importa es hacerlo con amor a Diosito"! justificando la desobediencia con una "buena intención" y que se ve en los actos como "hacemos lo que queremos"), ya tuvimos claro que hemos tenido la preparación espiritual acerca del tiempo de Adviento, pero en cuestión a normas litúrgicas, ahí ni siquiera nos paramos en la sacristía para leer las recomendaciones del calendario litúrgico de este año 2015 -2016. Pero hoy te lo traigo aquí, y lo referente a tus participaciones como coro en diferente color. Haz un esfuerzo, lee con detenimiento, verifica que cosas has hecho bien y mal hasta ahora, rectifica y ejecuta las acciones correctivas, tú, tu coro, los de liturgia y tu párroco.

I. NOTAS PASTORALES 

1. Un tiempo distinto

Una de las primeras preocupaciones, al empezar el Tiempo de Adviento, debe ser lograr una clara conciencia de que empieza un tiempo distinto a las semanas que han precedido. Subrayar el cambio de tonalidad de estos días, dará vitalidad a las celebraciones, ayudará a redescubrir matices importantes y quizás un tanto olvidados en la vida cristiana e incluso podrá servir para alejar la rutina de unas celebraciones siempre idénticas o por lo menos muy parecidas. Para este despertar de la novedad del Adviento, resulta muy importante cuidar los detalles externos –cantos, ambientación del lugar–,recalcar los diferentes enfoques de las lecturas –en estos días, en la Misa, casi no hay lectura continuada sino selección de perícopas– y subrayar los contenidos propios de los textos eucológicos.

2. Sentido del Adviento 

Para vivir debidamente el Adviento es importante clarificar, ya desde su comienzo, la finalidad de estos días y procurar vivirlos como un todo progresivo. El Adviento es fundamentalmente el tiempo de la venida del Señor, como incesantemente recuerdan los textos litúrgicos. Venida del Señor contemplada bajo dos aspectos: la venida escatológica y la venida histórica (la venida espiritual o el nacimiento del Señor en el alma que, seguramente debido a la influencia de san Bernardo, se conectó más tarde con Navidad, ni puede decirse que esté presente en los textos del Adviento ni que sea propio de estos días; en todo caso tendría su lugar mejor en los días de la Cincuentena pascual cuando se conmemora la venida del Espíritu Santo).

En la liturgia de Adviento la venida escatológica y la venida histórica entremezclan continuamente sus acentos, si bien en los primeros días se subraya más el aspecto escatológico, mientras que en la
última semana la atención se polariza más bien en la preparación de la fiesta de Navidad.

3. Signos litúrgicos de Adviento

Para sensibilizar en el doble sentido de escatología y de preparación a Navidad, se suprimen durante los días de Adviento algunos signos festivos: es una manera de expresar que, mientras vivimos peregrinos en este mundo, alguna cosa falta aún para la fiesta completa. Sólo cuando el Señor esté con su pueblo de una manera visible (fin de los tiempos y, como signo, Navidad), la Iglesia podrá hacer su fiesta con todo esplendor. Esta austeridad del Tiempo de Adviento es, pues, muy distinta del carácter penitencial que tiene la Cuaresma.

Por eso, durante los días de Adviento, aunque se emplean algunos signos de austeridad (vestiduras moradas, omisión del Gloria a Dios en el cielo, etc.), con todo, se conservan algunos signos festivos (Aleluya; Señor, Dios eterno, etc.). Es importante, pues, observar bien las disposiciones propias de este tiempo y explicarlas al pueblo en su verdadero sentido. La observancia correcta de las disposiciones litúrgicas será un buen instrumento para dar al año litúrgico un sugerente matiz de variedad y para vivir el sentido propio del Adviento. [¿Ves? Observancia a las disposiciones litúrgicas, continúa leyendo]

4. Ambientación del lugar de la celebración

Es éste otro detalle también importante para vivir el significado propio del Tiempo de Adviento. El “cambio de decorado” ayuda no poco a captar el cambio de ritmo de estos días.

El conjunto del lugar de la celebración debería ambientarse con un aire peculiar, no de penitencia pero sí de austeridad. Durante estos días deben, pues, emplearse las flores con discreción y suprimir la música instrumental y toda clase de adornos muy festivos. El lugar de la celebración debe quedar acogedor, pero sin elementos que respiren solemnidad [Eso incluye usar todos los instrumentos, todo el repertorio más solemne, recuerda que el coro es el elemento que contribuye a este ambiente solemne, continúa leyendo]. Así, llegado el Tiempo de Navidad, la sobriedad del Adviento contrastará con el carácter de aquellos días festivos y ayudará a captar el ambiente de presencia del Señor de esta solemnidad. La austeridad de estos días ayuda a vivir nuestra condición de peregrinos, anclados aún en la esperanza. A quien espera, le falta siempre algo. Sólo cuando el Señor esté de una manera visible entre su pueblo, habrá llegado la Iglesia a la fiesta completa, como significarán los adornos festivos del Tiempo de Navidad.

5. Las lecturas bíblicas de las ferias de Adviento

Las lecturas feriales de las Misas de Adviento tienen un contenido espiritual muy rico y con unas líneas de fuerza muy distintas de todos los demás ciclos del año litúrgico. Lo primero que tendría que subrayarse es que en la Misa de las ferias casi no se da lectura continuada. Este hecho marca indudablemente una ruptura con el resto del año. Decimos que casi no hay lectura continuada porque en realidad ésta se da, pero sólo con referencia a la primera lectura, desde el lunes de la primera semana hasta el jueves de la segunda, y con referencia a los evangelios, los días 17-24 de diciembre. Si, pues, las lecturas durante estos días se “seleccionan”, hay que saber los motivos de esta opción de perícopas para poder vivirlas en su clave propia y litúrgica. Esquemáticamente el Leccionario de la Misa en las ferias de Adviento toma las siguientes líneas de fuerza: 
a) del lunes de la primera semana al miércoles de la segunda, se hace una lectura semicontinua de unos pocos textos de Isaías que nos ofrecen una bonita visión de la venida escatológica del Señor; los textos evangélicos de estos días sirven como de comentario cristiano de los anuncios del profeta; Jesús realizó lo que anunciaba Isaías; b) del jueves de la segunda semana al viernes de la tercera, el centro de atención es la persona del Bautista: la lectura que debe subrayarse en estos días es, pues, el Evangelio; la del Antiguo Testamento pasa a ser un simple comentario de los textos evangélicos (precisamente a la inversa de los días anteriores). 

Como siempre, el Leccionario bíblico del Oficio es mucho más rico aún que el de la Misa (en función de esta mayor fuerza, recomendaríamos tomar como base de la oración personal estas lecturas del Oficio más que las de la Misa). Este Leccionario se subdivide en dos secciones: 1) durante los primeros días (desde el domingo primero hasta el día 16 de diciembre, a excepción de los días 8 y 12) este año se proclama el mensaje del primer Isaías, cuyos oráculos mantienen al pueblo cristiano en la línea de la espera gozosa y expectante de restauración, que caracterizó la predicación de Isaías ante el advenimiento de un rey más justo que sus predecesores; 2) en las últimas ferias (del 17 al 24), se proclaman algunos oráculos del segundo Isaías que anuncian la salvación de los desterrados en Babilonia. 

6. Textos eucológicos (oracionales) 

De acuerdo con el carácter diferenciado de lecturas bíblicas de la Misa, el Misal ofrece también dos prefacios para los primeros días de Adviento, el I y el III, con un contenido muy diferente del II y del
IV, que se usan a partir del día 17 (contrariamente a lo que pasa con los prefacios de Navidad, Cuaresma o Pascua que, como tienen un contenido muy parecido, se pueden emplear indistintamente en cualquiera de los días). El prefacio I y el III presentan un fuerte matiz escatológico; ambos son como ecos de las lecturas de Isaías y de la predicación de Juan Bautista. El II y el IV, en cambio, cantan el gozo de la Navidad próxima y son un eco de las lecturas más históricas de las últimas ferias mayores. 

También debería subrayarse el conjunto de antífonas propias de la última semana que acompañan y dan un colorido muy propio a cada uno de los salmos de Laudes y Vísperas. Sólo estas últimas ferias de Adviento, los días de la Semana Santa y los de la Cincuentena pascual tienen estas antífonas propias, que matizan y aplican los salmos al tiempo. Aun son más importantes las magníficas antífonas de la “O” (para el cántico evangélico de las Vísperas de los días 17 a 23 de diciembre); sería aconsejable que se cantaran en las comunidades como preparación inmediata a Navidad.

II. RECOMENDACIONES Y SUGERENCIAS

1. Lecturas bíblicas y oración personal: Por su especial riqueza, es mejor que quienes rezan el Oficio de lectura utilicen las perícopas del Leccionario de este Oficio, más que las de la Misa, como tema de su oración personal. Los que habitualmente no rezan el Oficio de lectura podrían incorporar las perícopas de este Leccionario a Laudes o Vísperas, en lugar de la lectura breve (mejor en aquella Hora que más lejana quede de la celebración eucarística).

2. Corona de Adviento: Es uno de los signos más expresivos para el Tiempo de Adviento. Consiste en encender, sucesivamente, cada domingo (antes de las I Vísperas o antes de la Misa), uno de los cuatro cirios colocados en una corona llamada “corona de Adviento”, mientras se entona un canto apropiado. Esta corona se confecciona con ramas verdes, pero sin flores (por razón de la austeridad propia del Tiempo de Adviento); en ella se colocan cuatro cirios, que pueden ser de colores vistosos. Si la disposición de la iglesia hace difícil la colocación estética de esta corona, pueden colocarse los cuatro cirios de manera armónica en algún lugar oportuno. El rito de encender los cirios de esta corona puede hacerse o al principio de la Misa o como himno de Vísperas, después de la invocación inicial. Durante la semana, en la Misa, Laudes y Vísperas, se podría tener encendido el cirio o los cirios que se encendieron el domingo precedente.

3. Imagen de María: Durante el Adviento, es oportuno colocar en un lugar destacado de la iglesia una bonita imagen de María. La exhortación Marialis cultus, del beato Pablo VI, sugirió la conveniencia de subrayar el Tiempo de Adviento como tiempo mariano. A ser posible, esta imagen debe presentar, sobre todo, el aspecto maternal de María (mejor, pues, una imagen de María en oración, preparando la venida de su Hijo o incluso una Virgen con el Hijo en el regazo, que una imagen de la Inmaculada). 

4. Lugar de la reserva del Santísimo: El altar de la reserva debe manifestar durante estos días una austeridad parecida al lugar de las celebraciones. Este altar, en efecto, ha de expresar, a través de los signos externos, la relación que media entre la reserva y la Misa. Por lo tanto, si en la Misa se ponen pocos adornos, tampoco debe adornarse demasiado festivamente el sagrario, o el altar, durante la exposición del Santísimo.

5. Lecturas impedidas en la Misa y en el Oficio de lectura: Durante el Tiempo de Adviento, cuando por razón de alguna solemnidad o fiesta queda impedida la lectura ferial de la Misa, ésta habitualmente no debe unirse con las lecturas de otro de los días, porque en este tiempo casi nunca hay lectura continua (podría únicamente unirse cuando se trata de fragmentos seguidos de un mismo libro o en algunos de los evangelios de las ferias mayores). En cambio, si las lecturas que deben omitirse parecen especialmente importantes, pueden sustituir a las de otra de las ferias inmediatas, o bien, si se trata de la primera lectura, puede sustituir la lectura breve de Laudes o Vísperas de una de las ferias inmediatas. 

En el Oficio de lectura, en cambio, tanto durante el Tiempo de Adviento como en el resto del año, cuando se ha de omitir la lectura ferial del día, por coincidir con alguna solemnidad o fiesta, es muy recomendable unir la lectura omitida con la del día anterior o con la del día siguiente, con el fin de no interrumpir la lectura continua. 

6. Canto del “Aleluya” antes del Evangelio: En los días feriales de Adviento [osea, entre semana] es mejor omitir el Aleluya, para subrayar la diferencia entre la Misa ferial y la de los domingos (después del salmo responsorial puede hacerse un breve silencio y pasar sin más a la lectura evangélica); en los domingos, en cambio, debería cantarse (nunca leerse; si no es posible cantarlo, es mejor omitirlo)[para esos coros que cantan el aleluya y dejan que el "parrafito" lo LEA el lector, o aquellos que leen el Aleluya]. Este canto nunca es conveniente que lo diga o cante un solista, alternando con el pueblo, como si se tratara de un nuevo salmo responsorial; es la asamblea quien debe cantar la aclamación íntegra o responder al canto de coro, o limitarse a cantar sólo el Aleluya. Para esta aclamación, aunque sea mejor usar un texto de Adviento, puede también emplearse una simple aclamación a Cristo, por ejemplo: R. Aleluya, aleluya. V. Gloria y honor a ti, Señor Jesús. R. Aleluya.

7. Oración universal: Es muy conveniente que los diversos elementos de esta oración (introducción, intenciones y conclusiones) se formulen teniendo en cuenta el espíritu propio del Adviento. 

8. Moniciones al Padrenuestro: Tanto en la Misa como en Vísperas recomendamos que esta monición subraye la frase: Venga a nosotros tu reino. 

Sugerencias de moniciones al Padrenuestro (año par)
1. Mientras aguardamos la segunda venida de Jesucristo, el Salvador, pidamos que su Reino, prometido en la oración que él nos enseñó, se haga plena realidad entre nosotros. Digamos con fe, llenos de confianza: 2. Nuestra fe nos invita a pedir constantemente que el Reino de Dios llegue a nosotros por medio de su Hijo, a quien esperamos. Oremos juntos diciendo:
Para las ferias mayores3. Con María y Juan el Bautista, con José y los justos que esperaban al Mesías, nosotros en la oración del Padrenuestro pedimos que el Reino de Dios que Cristo hizo presente en la tierra llegue a toda la humanidad. Digamos con fe:
9. Himno de Laudes y Vísperas: Hay que procurar que este canto sea expresivo de la espiritualidad del Tiempo de Adviento y no se limite a un canto común. Los que aparecen en la Liturgia de las Horas de México tienen en cuenta esto. En cambio, el himno Cielos, lloved vuestra justicia no parece demasiado apropiado en el Oficio, porque se trata del mismo texto de las antífonas de la “O”, reservadas para las ferias mayores, y tampoco conviene emplear en el Oficio, desde el principio de Adviento, un canto que la Liturgia reserva para las últimas ferias, ni menos aún, en las últimas ferias repetir dos veces, en la misma celebración, el mismo texto (aunque con una versión un poco diversa),
una vez como himno y otra como antífona del Magníficat.


10. Domingo III: Durante todo el domingo III, desde las I Vísperas que se celebran el sábado anterior, es conveniente poner flores en el altar y tocar música durante las celebraciones.

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